Proponen dividir Israel en cantones sería desastroso

Dividir Israel en cantones sería desastroso

La revuelta civil en el sector haredi por la apertura de escuelas y su conducta casi autónoma durante la pandemia de coronavirus ha llevado a muchos, incluidos líderes políticos y de opinión, a jugar con la idea de la cantonización; es decir, autonomías designadas dentro de Israel.

Los seculares en Tel Aviv, los haredim en Jerusalem, los derechistas en Judea y Samaria, y así sucesivamente. Más allá de la impracticabilidad de esta idea, la discusión misma es peligrosa. El discurso infructuoso que rodea a las autonomías separadas solo fomenta el tribalismo israelí. En cambio, lo que la sociedad israelí necesita es unidad y conciliación. Este es el único camino para Israel.

Incluso antes de la pandemia, la sociedad israelí estaba dividida. Los choques entre la religión y el Estado, el tribalismo, la radicalización en ciertos círculos; todo ello creó una realidad en la que muchas personas consideran inviable la coexistencia. Debido a estas dificultades y a numerosas cuestiones arremolinadas, la legislación y la política de Israel se están localizando. El ejemplo más claro es la cuestión de la religión y el Estado. Por ejemplo, a pesar de la prohibición nacional del transporte público en Shabbat, varias ciudades del centro del país cuentan con transporte público para sus residentes. En el “Estado de Tel Aviv”, el municipio anunció un registro de parejas de gays y lesbianas.

La vida bajo la pandemia ha agudizado estas divisiones sociales. Las manifestaciones frente a la Residencia del primer ministro en Jerusalem y, sobre todo, el agudo punto muerto en el que se encuentra el público de harediha llevado a muchos a reflexionar sobre la idea de dividir Israel en cantones autónomos separados.

Cada cantón, según esta idea, tendría la autonomía para gestionar sus propios asuntos cuando no se pueda llegar a un acuerdo amplio, y los ciudadanos israelíes podrán elegir su lugar de residencia de acuerdo con sus valores, creencias y estilos de vida. Los liberales seculares vivirán en el cantón de Tel Aviv, los haredi en el cantón de Jerusalem y otras ciudades haredi, y los israelíes tradicionales vivirán en ciudades acordes con su visión del mundo. Cada autonomía legislaría sus propias leyes locales. La Knesset, por su parte, legislaría más ampliamente sobre cuestiones de Estado, que no serían competencia de los cantones.

Esta idea podría parecer encantadora a primera vista. ¿Cuánto se puede discutir sobre los derechos fundamentales a los ojos de una persona laica, que el Estado niega, o sobre la injerencia del Estado en las escuelas Haredi que se oponen a determinadas materias? De un solo golpe, podríamos deshacernos de todas estas disputas y asperezas. Mirando un poco más de cerca, sin embargo, se ve por qué esto es un falso hechizo. A nivel práctico, simplemente no funcionaría en un estado donde la mitad de la población vive en una estrecha franja de tierra entre Hadera y Gedera. Un país donde los miembros de las diferentes “tribus” viven en los mismos barrios, o en barrios adyacentes, o en las mismas ciudades. Un país cuyos desafíos requieren numerosos recursos compartidos, no puede ser dividido en cantones. Incluso la pandemia de coronavirus ha demostrado que, sin una política nacional general, es casi imposible afrontar un desafío de esta magnitud.

Pero la principal consideración para descartar esta idea es de carácter ético. La historia nos enseña que el estado judío comenzó a desmoronarse con la división entre Judea e Israel. Después de muchos años en la diáspora, la división en tribus de nuevo sería un desarrollo histórico peligroso. Además, la capacidad del Estado y la sociedad para existir depende de la solidaridad fundamental entre sus ciudadanos. Dividir Israel en autonomías específicamente caracterizadas erosionará todo lo que queda de la solidaridad y la unidad que aún tenemos aquí.

El tribalismo israelí es un desastre y la pandemia ha ilustrado que la división de Israel en comunidades con valores diferentes, en última instancia hace imposible la aplicación de la política e incluso cuesta vidas. El debate sobre la división de cantones de Israel, más allá de ser una quimera, no hace sino exacerbar los cismas. Para salvar las tremendas diferencias y curar las heridas sociales, incluso de alguna manera, debemos comenzar, ahora mismo y con mayor vigor, a aplicar un diálogo unificador y curativo para templar el tribalismo y forjar un amplio contrato social que nos permita vivir juntos en un Israel unido.

Extraído de: israelnoticias

Share this:

Be the first to comment

Deja un comentario