Un infierno de incendios sin precedentes envuelve la costa Oeste de Estados Unidos

California y Oregón baten récords de superficie quemada, al menos 15 personas han muerto y más de medio millón tienen órdenes de evacuación

Como cualquiera que viva en una pedanía rural de las montañas cerca de Fresno (California), Patricia Zea ha visto muchos incendios. El pasado fin de semana podía ver desde su piscina el resplandor del incendio Creek Fire, un gigantesco fuego de 71.000 hectáreas que arde aún sin control, una semana después de empezar, en los bosques de la sierra del noreste californiano. El sábado pasado, sin embargo, se dio cuenta de que esto era diferente. “Dijeron que el fuego había saltado el río San Joaquín. Eso no había pasado nunca”, contaba Zea, de 55 años, el jueves por la noche en un refugio de Cruz Roja a las afueras de Fresno. “Hace tres años hubo uno muy grande, pero esto era 100 veces peor”. Este lunes, un helicóptero de los bomberos les ha ordenado desde el aire que evacuaran su casa.

Vista aérea de un barrio de la ciudad de Medford (Oregón), devorado esta semana por las llamas.
Vista aérea de un barrio de la ciudad de Medford (Oregón), devorado esta semana por las llamas. ADREES LATIF / REUTERS

Igual que Patricia Zea, todo California, un Estado del tamaño de España más que acostumbrado a la amenaza del fuego, se ha dado cuenta en la última semana de que esta vez es diferente. Toda la costa Oeste de Estados Unidos, en realidad. En Oregón, donde ya se han quemado 360.000 hectáreas, más de medio millón de personas (el 10% de la población), amaneció el viernes bajo órdenes de evacuación. En total, más de un centenar de grandes incendios simultáneos en tres Estados amenazan poblaciones, incluida la ciudad de Portland y partes de Los Ángeles y San Francisco. Los recursos que normalmente se prestan unos Estados a otros están al límite.

Al menos 15 personas han muerto en estos incendios sin precedentes en número y extensión. La versión más trágica estaba el viernes, quizá momentáneamente, en Ashland, en el sur de Oregón. Un fuego repentino, que no es de los más grandes, ha destruido allí cinco pueblos enteros, unas 600 casas. La gobernadora del Estado y el sheriff local advirtieron de que las labores de búsqueda de víctimas acaban de comenzar y temen un alto número de fallecidos. Hasta el viernes solo se han confirmado dos muertos relacionados directamente con este incendio. Además, la policía ha abierto una investigación ante las sospechas de que pudiera haber sido intencionado.

En Portland (650.000 habitantes), el alcalde declaró el estado de emergencia el jueves por la noche para movilizar la ciudad en caso de que fueran necesarias evacuaciones por un incendio situado a 50 kilómetros. En total, en Oregón ya han ardido más de 364.000 hectáreas, según cifras de la gobernadora, Kate Brown. La media anual de la última década son 202.000 hectáreas. Alrededor de 3.000 bomberos luchan contra una docena de grandes incendios por todo el Estado y harían falta el doble, según Brown. Estados tan lejanos como Texas están enviando equipos de emergencia a la costa Oeste.

En California ardían 28 fuegos a la vez el viernes y unas 68.000 personas han sido desplazadas de sus casas. Para hacerse una idea de las condiciones de sequedad y viento, el día anterior surgieron 24 más, aunque fueron apagados rápidamente. Uno de los más grandes, que lleva 23 días ardiendo al noreste de Sacramento, se extiende desde el jueves por los restos del incendio más mortal en la historia de California, que mató a 85 personas en Paradise en 2018. Las llamas están volviendo a arrasar el lugar y ya es de nuevo el centro de la tragedia, con 10 víctimas mortales confirmadas. Las autoridades buscan al menos a 16 personas más desaparecidas. En dos días el fuego ha quemado 26.000 hectáreas y está fuera de control. 20.000 personas han tenido que abandonar de nuevo sus casas.

Un hombre en un restaurante mientras al fondo se ven las llamas que devoraban el jueves por la noche las colinas del Parque Nacional de Los Ángeles.
Un hombre en un restaurante mientras al fondo se ven las llamas que devoraban el jueves por la noche las colinas del Parque Nacional de Los Ángeles. DAVID SWANSON/ZUMA WIRE/DPA / EUROPA PRESS

El mayor esfuerzo estaba el jueves en los alrededores de Fresno, donde el llamado Creek Fire crece a toda velocidad y ya ha quemado 71.000 hectáreas de bosque. Más de 1.200 personas como Patricia Zea están repartidas por hoteles de Fresno, ya que los protocolos por la pandemia impiden montar refugios en pabellones. El incendio “es enorme”, decía el jueves el capitán Chris Vestal, portavoz del puesto de mando del Creek Fire, mientras señalaba el mapa del fuego. Los bomberos han logrado controlar un 6% del perímetro, pero apenas se trata de “puntos aislados”, explicaba Vestal. El humo es tan intenso que está dificultando el uso de medios aéreos.

El pasado martes, California se levantaba con la cifra de que los incendios ya han quemado más de 800.000 hectáreas en lo que va de año, un récord histórico. Solo dos días después, había que actualizar la cifra: ya son 1,2 millones de hectáreas, algo así como toda la provincia de Salamanca, o 15 veces la ciudad de Nueva York. La cifra es 26 veces superior a la que se quemó el año pasado, cuando una temporada de incendios relativamente benévola, comparada con los horrores de los dos años anteriores, creó una falsa sensación de que este tipo de desastres no podían ir a peor. Sobre el papel, la temporada de incendios acaba de empezar. El peor mes suele ser octubre.

Mientras miles de personas en el camino de las llamas se ponen a salvo, la extensión y duración de los incendios lleva la preocupación también a toda la población. Desde el miércoles, grandes ciudades como Seattle, Portland, San Francisco y Los Ángeles están cubiertas de un denso humo peligroso para la salud. El humo cubre 1,5 millones de kilómetros cuadrados, según un cálculo de Efe a partir de imágenes de satélite. El centro de Los Ángeles registró el jueves la peor calidad del aire desde hace 30 años, cuando eran habituales las alertas de salud pública para no salir a la calle por el famoso smog de la ciudad. Ese día no salió el sol en ningún punto de la carretera entre Los Ángeles y Fresno (350 kilómetros). El cielo, según la información meteorológica, estaba despejado.

Extraído de: elpais

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