Muertes aumentan en Centroamérica, mientras rescatistas trabajan entre inundaciones y escombros

El número de muertos por el huracán Iota en Centroamérica aumentó el miércoles a 16, entre ellos dos dos niños, mientras los sobrevivientes y los rescatistas continúan vadeando aguas turbias y montañas de escombros.

Cinco personas murieron en Honduras y seis en Nicaragua, dijo a el Nuevo Herald Gonzalo Atxaerandio, coordinador de desastres y crisis en Centroamérica de la Cruz Roja, quien organiza los esfuerzos de ayuda en Honduras.

El Dr. Ciro Ugarte, director de emergencias de salud de la Organización Panamericana de la Salud, dijo que Nicaragua reportó al menos 10 muertes. Cuatro de esas personas murieron en un gran deslizamiento de tierra.

El presidente colombiano, Iván Duque, dijo el el martes que la tormenta de categoría 4 mató a una persona cuando atravesó el archipiélago colombiano de San Andrés y Providencia, a unas 230 millas de la costa noreste de Nicaragua.

Estas muertes se sumarán a las que dejó Eta, la otra gran tormenta que afectó el área a principios de este mes. La Organización Panamericana de Salud informó el lunes que 150 personas fallecieron por Eta.

La organización estima que al menos 6.5 millones de personas en Centroamérica se han visto afectadas de alguna manera por Iota y Eta, lo que ha provocado un desastre humanitario masivo. Ugarte advirtió que las cifras podrían seguir aumentando.

“Hay personas desaparecidas y ahora mismo de varias instituciones están enfrentando esa crisis”, dijo Ugarte durante la actualización de prensa semanal de la OPS sobre la situación del COVID-19 en las Américas.

El martes, la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, reconoció las vidas perdidas.

“Nos entristece cada uno de esos hermanos y hermanas que perdemos en estas trágicas circunstancias”, dijo.

Nombró a algunos de los que perecieron y describió su desaparición: un padre e hijo que fueron a su casa a buscar cosas para el refugio hubo un derrumbe, y una mujer que cayó en un caño cerca de su casa mientras observaba las aguas embravecidas.

El martes había unas 63,000 personas alojadas en unos 680 refugios, dijo Murillo en el informe preliminar.

Por su parte, las últimas cifras del gobierno hondureño mostraban el martes que Iota destruyó al menos 7,500 casas y desplazó de 70,000 personas a unos 750 refugios.

AYUDA NECESARIA EN CENTROAMÉRICA

Aunque las condiciones son sumamente difíciles, particularmente en los albergues, Ugarte dijo que “es necesario garantizar el acceso al agua, comida, refugio por supuesto”. La OPS, dijo, está trabajando con funcionarios gubernamentales y Naciones Unidas para garantizar que se satisfagan esas necesidades.

“En este momento existen serias dificultades para acceder a ciertas áreas y la evaluación de daños se llevará a cabo en las próximas horas, quizás incluso días”, dijo Ugarte.

La propagación de COVID-19 ha sido una gran preocupación en Centroamérica, especialmente en Nicaragua, que no ha sido tan agresiva como otros países de la región en su respuesta.

La OPS ha enviado a Nicaragua equipo de protección personal y otros materiales necesarios para tratar con los pacientes con COVID, agregó. Pronto brindará apoyo técnico y movilizará recursos para garantizar servicios de salud esenciales a ese país y también a otros países.

La OPS también está vigilando de cerca cualquier aumento en los casos de COVID-19, que puede tardar un tiempo en aparecer debido al período de incubación. “Eso aún no se ha detectado en este momento, pero es muy probable que aumente en las próximas semanas porque siempre pasa un tiempo desde la transmisión para que aparezcan los casos”, dijo Ugarte.

Atxaerandio, de la Cruz Roja en Honduras, dijo que Nicaragua y Honduras fueron los más afectados entre los siete países de Centroamérica. En Nicaragua, el caos se centraliza principalmente en la costa nororiental, mientras que en Honduras abarca todo el territorio.

Lo que más le preocupa es que las represas están casi a plena capacidad en Honduras y las fuertes lluvias siguen cayendo en algunos departamentos.

Dijo que debido a que los refugios están llenos en Honduras, muchas personas que se quedaron sin hogar después de Eta estaban viviendo en carpas y lonas improvisadas en las calles cuando llegó Iota.

“Estamos muy preocupados”, dijo Atxaerandio. “Obviamente, estamos tratando de ayudarlos primero, porque su vulnerabilidad es mayor, pero es difícil”.

Agregó que espera que la comunidad internacional envíe más ayuda pronto, porque “considerando la tragedia que estamos viendo, no consideramos lo que estamos recibiendo suficiente”.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, está desplegando un Equipo de Respuesta de Asistencia para Desastres a Centroamérica. El equipo incluye expertos de la Oficina de Asistencia Humanitaria de USAID que evaluarán los daños e identificarán las necesidades, según un comunicado de prensa. Trabajará con autoridades locales, organizaciones humanitarias nacionales y globales, el Departamento de Defensa de Estados Unidos y las embajadas de Estados Unidos en Guatemala, Honduras y Nicaragua.

La semana pasada, USAID se comprometió a donar $120,000 a Honduras para kits de higiene, suministros de cocina y mantas; $120,000 a Guatemala para alimentos y suministros de socorro, y $120,000 dólares para alimentos y otros artículos de socorro, incluidos kits de higiene y mantas.

El miércoles, USAID anunció que asignaría $17 millones en ayuda adicional para salvar vidas: $8.5 millones para Honduras, $7 millones para Guatemala y $1.5 millones para Nicaragua “para proporcionar refugio de emergencia, alimentos, suministros de higiene, artículos de socorro críticos y protección para las personas más vulnerables, muchas de las cuales son de comunidades indígenas y afrodescendientes”.

Reynaldo Francis Watson, exgobernador regional de la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACNN) y exalcalde de la ciudad indígena de Puerto Cabezas, la capital de la RACCN, dijo que visitó el miércoles cuatro refugios para huracanes en la ciudad portuaria.

El líder miskito estimó que había entre 5,000 y 6,000 personas en los refugios que visitó, y estaban en estado de shock.

“La gente estaba un poco mal, desorientada, preocupada,” dijo Watson. “Esta gente no tiene a donde ir.” Dos de los refugios que visitó sufrieron graves daños en los techos y la infraestructura. No hay electricidad y el agua de lluvia se filtra por las grietas y los agujeros. Las ráfagas de viento enfrían el interior de los albergues.

Y hay serias necesidades materiales e inmediatas para quienes se refugian en los refugios de Puerto Cabezas, conocido como Bilwi en el idioma miskito.

“La gente necesita agua, comida, colchones, mantas, ropa. Algunos de ellos dejaron sus comunidades rápidamente y dejaron todo porque era una emergencia”, dijo Watson. Algunos ancianos no tienen los medicamentos ni los pañales para adultos que necesitan. Familiares y voluntarios le llevan comida a los que se alojan en los refugios, pero la necesidad es generalizada.

Tampoco hay distanciamiento social o equipo de protección para limitar la exposición al nuevo coronavirus. De cinco a seis familias se apiñan en aulas universitarias que solo tienen capacidad para 30 estudiantes.

En particular, dijo Watson, los vecindarios en Puerto Cabeza más cercanos a los muelles y las costas de la playa eran los más vulnerables al poder de la tormenta: vio muchas casas derrumbadas, escombros y árboles centenarios caídos en esas áreas, y gente caminando por las calles de la ciudad buscando necesidades esenciales.

“La gente anda para arriba, para abajo, buscando clavos, buscando cositas así, algunos buscando comida,” dijo. “Porque hay gente, hay familia [que] vive aquí a diario [que hacen] los trabajitos… para llevar pan a su mesa. Entonces esta gente está golpeada, de dónde va a sacar por lo menos cien córdobas para comprar su librita de arroz?”

Watson criticó a algunas empresas locales por aumentar los precios en un momento de necesidad, particularmente para los suministros de construcción.

“Están aprovechando la necesidad de la crisis,” dijo. “Una yarda de plásticos que costaba 30 córdobas ahorita está vendiendo a 85, casi tres dólares la yarda que antes costaba menos de un dólar.”

El daño en las comunidades indígenas al sur de la ciudad, donde tanto Eta como Iota tocaron tierra, es muy grave. La comunidad de Haulover se fue “al fondo de la laguna.”

En los Cayos Miskito, un archipiélago donde la gente vive de la pesca, Watson describió un cuadro de completa destrucción.

“Había más de 300 o 400 casitas donde la gente llegaba para trabajar. Ahí todo se fue al mar,” djio.

Watson era gobernador regional cuando el huracán Félix azotó la región en 2007. Él cree que haber pasado por la tormenta masiva hace 13 años ayudó a los residentes de RACCN a prepararse mejor para Eta e Iota. Algunas comunidades se auto-evacuaron y se prepararon con su familia antes de la tormenta.

Aún así, admite Watson, las pérdidas provocadas este año son mayores que en 2007, y aún en gran medida insondables, ya que las autoridades y las personas evaluarán los daños en los próximos días.

Le preocupa que Puerto Cabezas y las comunidades de la zona no reciban la ayuda que necesitan tan rápido como deberían debido a la extensión del daño.

“No sé realmente cómo va el tema, pero yo lo veo muy oscuro, muy oscuro, que el gobierno tenga capacidad de atender”, dijo.

Extraído de: elnuevoherald

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