Los hospitales de Estados Unidos están desesperados por conseguir respiradores para tratar a los pacientes con coronavirus que han desarrollado síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA): un cruel estadio en la lucha contra la COVID-19. Para apuntalar el suministro de respiradores en el país, algunos médicos están readaptando máquinas para la apnea del sueño para disponer de ellas “como ultimísimo recurso”, lo cual podría permitir que dos pacientes compartan un respirador. Sin embargo, unos ingenieros de Maryland cuentan con un sustituto más económico para los respiradores: extractores de leche materna.
La idea se materializó cuando la ingeniera Brandi Gerstner encontró en su sótano un extractor de leche materna Spectra de 200 dólares. “[Un extractor de leche] envía pulsos a intervalos. Es un dispositivo biomédico aprobado por la FDA que se puede esterilizar (…) Sabes que es fiable, que las madres lo usan desde hace décadas en todas partes. ¿Y si pudiera revertir su función?”, le dijo Brandi a The Bay Net, un medio de comunicación del Sur de Maryland. “¿Y si pudiera hacer que sople en lugar de succionar? Entonces agarré el viejo aparato del sótano, un destornillador y un cúter (…) Efectivamente, se le puede revertir la función fácilmente”.
Los extractores de leche eléctricos succionan la leche de las mamas y la depositan en un recipiente gracias a un motor con velocidad ajustable, mientras que los respiradores les suministran oxígeno a los pulmones a través de un tubo insertado por la boca o la nariz que atraviesa la tráquea.
“Podemos hacer una derivación en la placa base del extractor de leche para controlar el ritmo de exhalación e inhalación, el volumen de aire y la frecuencia respiratoria”, le explicó LaBatt, de 24 años, a Yahoo Lifestyle. “Básicamente queremos que el dispositivo responda a nuestra placa base”.
Su objetivo es recibir la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), que en marzo promulgó una “Autorización para uso de emergencia” de forma que permite “el uso de dispositivos modificados a presión positiva como respiradores”. Hasta entonces, los ingenieros consultan con neumólogos, terapeutas respiratorios y otros expertos para comprender las especificaciones requeridas para proporcionar respiración asistida a los pacientes en función de necesidades fisiológicas distintas.
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